La baja autoestima hace referencia a un término psicológico que indica una percepción negativa que una persona posee de sí misma, en cuanto a su físico, carácter, habilidades y capacidades. Lo cual puede afectar en su desarrollo y comportamiento familiar, escolar, laboral y social.
Quienes padecen baja autoestima suelen ser muy duros consigo mismos, ya que se critican y juzgan en todo momento, viendo solo los aspectos negativos.
Aunque la falta de autoestima suele venir desde la infancia, también a lo largo de nuestras vidas puede propiciarse por diversos motivos,como: experiencias de crítica constantes, situaciones de violencia, comparaciones negativas con otros, expectativas por no alcanzar logros poco realistas, etc.
Sin embargo, es importante saber que el amor propio puede trabajarse con terapia, autoconocimiento, cambios de patrón de pensamiento, experiencias positivas, entre otros.
Quien tiene una alta autoestima es capaz de tomar mejores decisiones, posee gran seguridad para intentar nuevos retos, acepta que puede equivocarse, pero también mejorar, sabe desenvolverse en diferentes situaciones, conoce cómo poner límites cuando alguien le falta al respeto y suele tener relaciones sanas.
Mientras que quienes no han trabajado en su amor propio pueden exponerse a malos tratos, perderse la oportunidad de intentar hacer algo que les gusta, permitir situaciones de abuso, sufrir ansiedad, depresión y miedo.
Es por ello que tanto los padres de familia como los egresados de la carrera de puericultura necesitan mantenerse al pendiente de la imagen personal que los niños poseen de ellos para ayudarlos a relacionarse en cualquier situación.
Los pequeños pueden presentar diferentes signos de alerta, los cuales no siempre son iguales y suelen cambiar dependiendo de su personalidad, edad, circunstancias, etc. No obstante, dentro de los más comunes para identificar un problema de autoconcepto se encuentran:
Es esencial estar alerta ante los síntomas que indican cuando un menor requiere atención.
Si como familiar o técnico en puericultura has notado alguno de los signos de alerta antes mencionados en los pequeños que te rodean, la mejor manera de ayudarlos es comunicarles la situación a sus padres y canalizarlos con un psicólogo infantil.
Aunque, tú también puedes poner un granito de arena, apoyándolos para fortalecer su bienestar emocional con las siguientes estrategias:
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